Pasados más de 2 años de pandemia, hablar de una ‘revolución digital’ o una ‘nueva normalidad’ se queda corto para referirse a los cambios que hemos vivido colectivamente. En unos pocos meses hemos visto cómo el futuro -lo que hasta hace muy poco se trataba de señales débiles, posibilidades y promesas de lo digital- se ha hecho cada vez más presente. Particularmente para el sector creativo, la sacudida ha sido muy fuerte a la vez que muy dispar.
¿Cómo nos aproximamos a este reporte?
En los últimos años, el sector creativo ha ido ocupando un rol cada vez más estratégico en la forma en que diversos países imaginan su futuro. Entre las características que sustentan esta mirada, se encuentran sus capacidades para generar grandes transformaciones estructurales desde una aproximación que fomenta la innovación, el empleo, la inclusión y diálogo social y, en definitiva, el desarrollo sostenible.
El sector creativo en sí mismo ha estado involucrado en grandes transformaciones producto de los avances que ha tenido la sociedad de la información en las últimas décadas, incluyendo la reinvención de la industria musical, del cine y la entretención en general, del diseño, los medios de comunicación, la publicidad y el marketing, la fotografía, entre otros.
Todas estas áreas presentan grandes posibilidades, al tiempo que contribuyen a la preservación del patrimonio y la cultura, y generan las capacidades creativas críticas para alimentar los procesos de innovación que nos hacen capaces de acelerar el desarrollo económico y social.
Las grandes transformaciones, en lugar de estabilizarse, siguen en constante desarrollo, con el agregado de que la crisis sanitaria que ha enfrentado el planeta desde comienzos de 2020 aceleró su ritmo hasta el extremo de lo posible.
En este nuevo reporte NOW analizamos el impacto, desafíos y oportunidades de algunas de esas transformaciones en la industria creativa, desde sus procesos productivos hasta las cadenas de distribución, marketing y comercialización, pasando por el modo en que estos cambios introducen nuevos lenguajes y formatos.
Todo lo anterior ha impulsado un proceso en que emergen nuevos actores en el ecosistema creativo, en que se crean nuevos productos y mercados, en que los actores tradicionales se transforman y reconvierten.
Una dinámica vibrante, que como país deberemos promover estratégicamente a través de políticas públicas y privadas que nos permitan potenciar al máximo las posibilidades de un sector llamado a ser clave para nuestro desarrollo.
Nacieron como un podcast pero hoy son tres —el original, Con la ayuda de mis Amikas, más uno sobre libros y otro de cine y tv—, que figuran hace unos dos años entre los programas más escuchados de Chile, promediando más de 20 mil reproducciones por capítulo en Spotify o iTunes. Aunque con experiencia en medios, sus creadoras —María José Castro y Valeria Luna— no son locutoras de larga trayectoria radial, sino que comunicadoras con amplia audiencia en redes sociales.
Las plataformas dan pero también quitan. Los creadores se benefician de la tecnología y los servidores de YouTube o Instagram para subir su contenido y hacerlo llegar a su público, pero al mismo tiempo los servicios se quedan con casi todas las ganancias y el poder unilateral de censurar o bajar cierto material. ¿Cómo se puede defender un o una creadora, sola desde su habitación, de las empresas más grandes del mundo?
The Creator’s Union, una agrupación británica que intenta representar a blogueros, streamers e intagrammers que, independiente de los seguidores que tengan o el dinero que facturen, trabajan sin contrato, sin protección social ni capacidad de negociación ante el constante cambio de los términos y condiciones de las plataformas.
¿Y cómo vendemos ahora? Esa fue una de las preguntas más relevantes que levantó el escenario pandémico para las industrias creativas. Muchos ya tenían aceitadas sus capacidades digitales, pero otros tantos no. Ahí aparecen los marketplaces, que se customizan para abrir posibilidades de comercialización nuevas, seguras y escalables, especialmente para los artistas.
Encuentro Local, por su parte, es un proyecto muy conocido dentro del diseño chileno, y después de siete versiones presenciales se reinventó digitalmente. Lee muy bien tanto las necesidades de la comunidad como las potencialidades de este cambio de formato para amplificar y escalar el público y el alcance.
Cuando lo presencial quedó casi suprimido, la evolución orgánica para comercializar nuevas marcas y sus productos es el modelo DNVB, las siglas en inglés para definir a una marca vertical y nativa digital. Son proyectos que comenzaron en la web, no en una tienda física, y que tienen un enfoque obsesivo con la experiencia del cliente (CX). Para ellos, el e-commerce no es un canal más: es EL canal.
Qiiip design, por su parte, es una marca chilena de mobiliario para el hogar nacida tras la pandemia. Reflexionasobre las nuevas formas de habitar el hogar y la necesidad imperante del bienestar puertas adentro. En una categoría donde siempre ha costado convencer al consumidor de “no poder tocar” lo que compra, ellos decidieron vender todo online.
Otro fenómeno que ha emergiendo con fuerza es la creación comisionada o por encargo. Aunque no es nuevo — ya en la Edad Media existían grandes obras encargadas por los primeros mecenas—, hoy el arte ha tomado un rol protagónico tanto en los proyectos de valor compartido (la ex responsabilidad social empresarial) como en las propuesta de valor que diferencian a las marcas. ¿Es el mandante un mecenas, un auspiciador un patrocinador? Los bordes están difusos, esa es la máxima.
Fintual, una importante fintech local, encargó la comunicación de su newsletter de alfabetización financiera a La Vieja Cuica, el popular proyecto de comedia que nació justamente en las redes sociales. Ella y sus hilarantes personajes elaboran semana a semana el contenido que se comparte por Instagram y YouTube.
El streaming ya formaba parte del panorama de las industrias creativas, pero la explosión pandémica que tuvo durante el 2020 obligó a muchos creadores y productores a ingeniárselas para diferenciarse en un formato múltiple y algo obvio en su oferta. Así aparecieron desde fiestas online para apoyar y contener durante los encierros, a plataformas de streaming con contenidos 100% local para apoyar la escena nacional con fuerte presencia del teatro y las artes escénicas.(Escenix). Por otro lado, Digital Catapult está explorando un formato híbrido entre streaming y shows presenciales para el primer festival basado en el uso de tecnologías 5G, lo que llevará el streaming a un siguiente nivel de valor
Ahora que gran parte de la población en Chile está vacunada, ya comenzaron a realizarse eventos con público presencial.
La Música Ensaya, una iniciativa de la SCD en conjunto con la Universidad de Chile, fue uno de los primeros shows en vivo, que además de contar con un aforo “rentable” (100% vendido) puso a prueba una serie de medidas de prevención y trazabilidad, incluyendo PCR previo al evento, pase de movilidad, mascarillas y exámenes posteriores, entre otras. Como resultado, no hubo ningún contagio durante el evento, y ya se preparan nuevos shows con mas de 400 personas de aforo.
En España, el festival Cruilla se reinventó con una versión que llamaron XXS, donde en vez de hacer el tradicional evento masivo único y anual, generaron una serie de shows para pocos asistentes, más íntimos y distribuidos en diversas locaciones al aire libre dentro de Barcelona, como el estadio Camp Nou. En total fueron casi 200 presentaciones, repartidas a lo largo de un mes y que sumaron más de 35 mil asistentes, un balón de oxígeno para el alicaído sector y su compleja red de proveedores.
Es lo que también realizó el festival canadiense MUTEK, que en su última edición combinó obras especialmente diseñadas para ser transmitidas online, con shows en vivo para aforos controlados en su sede en Montreal más una serie de versiones satélites que se realizaron paralelamente en 9 países, entre ellos Chile, con artistas locales y en espacios habilitados especialmente para la ocasión.
Al igual que con los espectáculos, la experiencia de visitar un museo o un centro cultural tuvo que reinventarse. Para algunos, los que venían realizando eventos y exhibiciones online desde hace algunos años o contaban con colecciones digitalizadas, fue algo más fluido. Casi todos, eso sí, aprovecharon de cuestionarse sus rol social, su relación con sus audiencias y comenzaron a explorar nuevos territorios para generar valor con sus contenidos.
En Chile, bajo el alero de Corfo, se creó el Nodo Artes Vivas, donde 10 instituciones culturales repensaron el modo en que articulan su quehacer y su oferta de productos y servicios culturales. Mediante metodologías de diseño de futuros, se exploraron potenciales áreas de negocios que van más allá de la venta de tickets, tales como aspectos curatoriales o de know how local, los cuales tendrán una nueva etapa de implementación e internacionalización a partir del 2022.
Según la Unesco, casi el 90% de los museos en el mundo estuvo completamente cerrado durante la pandemia. Esto obligó a varios a generar diversas acciones para mantenerse vigentes: el Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO) salió del espacio museal y desarrolló una exhibición con obras de más de 100 artistas colombianos en las calles, a modo de afiches, las que en paralelo se publicaron en insertos dentro del diario El Tiempo. En Chile, el CECREA de Punta Arenas creó un noticiero hecho por niños, niñas y adolescentes magallánicos desde sus casas, llamado Noticreas.
Desde una perspectiva más experimental, la galería Ender Gallery ha funcionado como una residencia de artistas alojada y creada íntegramente en el popular juego online Minecraft, abriendo nuevas posibilidades en la integración de plataformas y medios para la creación y difusión de obras y productos culturales.
El 2021 vio un incremento sustancial en la producción y comercialización de obras de arte digital, con un mercado hoy avaluado en 640 millones de dólares. Las casas de subasta tradicionales también se han incorporado a esta nueva corriente: en marzo, Christie’s batió el récord de venta de criptoarte con el remate por 69 millones de dólares (o 29.000 Ethereums) de Everydays: The First 5000 Days, del artista estadounidense Beeple. Por su parte, Sotheby’s hizo una curatoría especial —Natively Digital— para exhibir 27 obras NFT de distintos artistas, las que fueron rematadas el pasado junio.
En Latinoamérica, este año se inauguró el Museo de Arte Latinoamericano (MaLa), primero dedicado a exhibir y comercializar criptoarte.
¿Qué significa que un NFT sea “no fungible”? Según la RAE, fungible es un adjetivo que describe un bien u objeto que se consume con el uso, como el combustible o el dinero. Algo no fungible —en este caso un NFT— sería un activo que no se gasta ni modifica, indivisible, por ejemplo, como un cuadro de Roberto Matta: no se lo puede vender en pedacitos ni cambiado. Estos tokens digitales no solo se usan para certificar obras de criptoarte, sino que también videojuegos, tickets a eventos, piezas musicales o cualquier bien virtual.
Este mercado produjo unos 2.5 mil millones de dólares en ventas solo durante el primer semestre de 2021, un alza sideral en comparación a 2020, cuando se vendieron 13,7 millones. Ávidos coleccionistas y oportunistas especuladores conforman el público de los NFT, que funciona bajo la lógica de la escasez: solo existe un número limitado de bienes a comercializar. Cryptopunk, un proyecto de Larva Labs, lanzó al mercado 10 mil personajes NFT, únicos y por ende coleccionables, que en total están valorizados en 450 millones de dólares. En el mercado NFT, estos personajes ocupan los primeros puestos de los ranking de ventas.